JAIME ALFONSO “EL BARBUDO”: UN PERSONAJE DE LEYENDA

Existen variadas versiones sobre un bandido generoso del tipo de Luís Candela, que habitó las montañas próximas a Fortuna, y cuya fama se prodigó por todos los pueblos del contorno.
En la Comarca de Caprés, existen vestigios que hablan, dentro de la más pura leyenda, de un lugar por donde cruzaba la Sierra de La Pila nuestro bandolero, Jaime Alfonso “El Barbudo”, y por ello se conoce actualmente como “Barranco de Jaime”. Y en el macizo montañoso de El Corqué, cerca del Cortado de las Peñas se localiza el denominado “Conador de Jaime”, donde repartía con sus compadres el botín de sus fechorías.
En el paraje de la Umbría de Gaspar, en Caprés de En medio, se identifica una cueva como “La Cueva de Jaime El Barbudo”, cuya entrada está disimulada por la profusión de matorrales. Algunos que han entrado después de grandes esfuerzos, ya que es necesario arrastrarse largo trecho, cuentan que en su interior las galerías se ensanchan considerablemente. Todos los indicios apuntan a que era un lugar de escondite para los bandidos de la época, auténticos dueños de la Sierra de La Pila y sus secretos en aquellos tiempos
Vamos a la leyenda!!!

Quién iba a decir que por estas tierras —la zona noreste de la Región de Murcia y la suroeste de la provincia de Alicante— anduvo alguna vez un bandolero al más puro estilo Robin Hood. Sí, es decir, ese héroe que robaba a los nobles más acaudalados para, más tarde, repartir el botín entre los pobres, pues a eso se dedicaba el forajido inglés, el cual forma parte del folclore británico desde muy antiguo. Diferentes hipótesis, de numerosos investigadores, dan pie al controvertido origen de la leyenda inglesa, la cual parece remontarse al siglo XIII.
Pero vayamos al caso que nos atañe: Jaume el Barbut (Jaime el Barbudo), quien nació en la población de Crevillent (Alicante), el 26 de octubre de 1783. El origen de la historia —con ápices de leyenda— parece remontarse a la época en que este, Jaume, se hallaba trabajando en unas viñas del municipio vecino de Catral, las cuales se encargaba de custodiar. Tal vez, alentado por su juventud, no dudó en matar, durante un forcejeo, a un por entonces popular bandido que asaltaba diferentes cultivos: el Zurdo. Tras esto y, huyendo no solo de la justicia sino también de los compañeros del fallecido, se refugió en la montaña, donde fue acogido e integrado en la banda de los hermanos Mojica (o Mújica, según la fuente). Pero tanto se ensañaban estos con sus víctimas, además de que robaban a cualquier persona —fuera noble o un humilde comerciante—, que Jaume decidió hacerles frente y, así, consiguió crear su propia banda, capitaneada por él mismo. Por supuesto, su cuadrilla de bandoleros se dedicaría a robar a quienes más poseían para entregarlo, después, a los más desfavorecidos. Además, la violencia no era la primera opción cuando asaltaban a alguien, lo cual acostumbraban a hacer en recónditos caminos rurales perdidos entre las montañas de Alicante y Murcia. La gente humilde de los pueblos le admiraba y, en ocasiones, le escondían en sus casas para ocultarlo de las milicias del rey.Durante la invasión francesa por parte de Napoleón, entre los años 1808 y 1813, el bandolero y su cuadrilla se unieron a la guerra de guerrillas para combatir al invasor. Terminada la guerra, Jaume fue indultado de su actividad anterior como bandolero, por su colaboración activa combatiendo a los franceses, aunque en 1815 regresó a la sierra para dedicarse, de nuevo, al bandolerismo.
Cinco años más tarde, en 1820, Rafael de Riego instauró el liberalismo tras un golpe de estado, a lo cual el bandolero respondió adscribiéndose a los partidos de la causa realista y destruyendo todo monumento o símbolo constitucional de cualquier pueblo por el que pasaban él y su banda. Proclamaba, además, al rey absoluto: Fernando VII.
Terminado el Trienio Liberal, en 1823, se reinstauró el Gobierno absolutista, el bandolero fue indultado y nombrado, por el consistorio de Murcia, Sargento Mayor. Jaume se dedicó entonces a perseguir y capturar a otros bandoleros y fugitivos. Pero un año después, en 1824, el por entonces sargento fue convocado en la cárcel de Murcia para recibir órdenes. Cuando se presentó en el lugar fue acusado de robo y asesinato y, finalmente, fue colgado en la horca el 5 de julio del mismo año, en la plaza de Santo Domingo. Cuentan que su cuerpo fue desmembrado, freído, colocado en varias jaulas y exhibido en diferentes localidades de Murcia y Alicante.
Ya apenas se escuchan las siguientes expresiones, aunque estuvieron presentes hasta hace algunas décadas: en Crevillent, para dar a entender que alguien se sentía estafado, decían «a robar a la Garganta», lugar por el que desde muy antiguo se llega a Aspe desde el primer municipio; en Elche, para expresar que alguien era amigo de lo ajeno, decían «eixe es més lladre que Jaume el de la serra» (ese es más ladrón que Jaime el de la sierra); en otros pueblos cercanos, cuando se sentían estafados también decían «a robar a Crevillent».
Fuente: http://sendasyleyendas.com/

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